viernes, 4 de septiembre de 2009

LE LLAMAN BODHI (Point Break)

A la juventud viruelas, que dicen. O quizás no sea así. Pero si hay un canto a la vida (atracos aparte) este lo es sin lugar a dudas.

La veteranía siempre choca con la inexperiencia. Y en ese duelo de poder ganan la edad y el peso adquirido en el lenguaje. Además del miedo del grande a dejarse engullir por el pequeño, que le obliga a enseñar uñas y dientes para defender su lugar en la vida. La lucha está servida.

Pero siempre hay alguien dispuesto a escuchar a pesar de los pesares. La mente joven, la que carece de rituales y precisamente por eso mismo puede aportar visiones y ángulos hasta el momento desconocidos. Y bancos, algunos bancos asaltados por un grupo de atracadores que, emulando a los ex-presidentes, roban las cajas sin pararse a buscar el más alto botín.

Una imagen enregistrada abre la pista a las viejas teorías. Un grupo bien coordinado que se mueve entre la gente con una soltura sin resquicios. Sol, marcas de bañador y el mundo del surf. Habrá pues que ser uno más, aprender a navegar entre olas, a sentir el mar.

Quienes lo sienten como propio hablan de la atracción del mar como un poder parecido al de una droga. Atrae, pide siempre más. Subirse a una tabla, surcar el mar, sentir el poder de quien se mezcla por unos instantes con la siempre inconstante naturaleza. Y la sed de ambición, de una ola más grande, de fundirse en el romperse junto al agua.

La ambición crece. Y esa unidad dejará rendijas por las que resquebrajarse. Delatado, el joven novato se verá en la encrucijada de luchar por su trabajo o velar por las propias pasiones. Quizás haya una forma de tener las dos. Quizás hay una forma de no renunciar a una vida libre entre olas por un sueño. Y es que a veces uno puede querer morir en libertad alcanzando un sueño imposible, antes que ver la vida pasar entre cuatro barrotes.

DIRECTOR: Kathryn Bigelow
AÑO: 1991

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