domingo, 12 de julio de 2009

MISHIMA: UNA VIDA EN CUATRO CAPÍTULOS (Mishima: A life in four chapters)

Hay personajes que crean leyenda... quizás más por su vida personal que por su propia obra. Mishima será recordado no tanto por sus composiciones y su intento de unir el arte con la vida, sino por el mito del final de sus días. Como quien anuncia en mitad del escenario que es tiempo de partir.

La belleza (uno), el arte (dos), la acción (tres) y la armonía de la pluma y la espada (cuatro) se suceden intercalados como estampas de su propia vida, de sus obras y del yo que navegaba entre ellas. El sappuku final, tratando de llevar al extremo su propia concepción de la vida y la muerte, no sería más que otro peldaño de radicalismo con el que juzgaba su entorno, y a sí mismo.

Largometraje a veces demasiado etéreo, sucesión de retales de sus libros que se superponen con los recuerdos de su propia vida. Abandonado por su madre y criado por una abuela enfermiza y dependiente, descubriendo su sexualidad alejada de lo convencional, buscando la belleza del espíritu a través del culto al cuerpo o tratando de encarnar el espíritu marcial que no supo defender cuando tuvo ocasión de hacerlo (valiente cobardía). Incluso su esperpéntico final tuvo un tinte amargo cuando la excelencia de culminar sus días en arte no tuvo el desenlace esperado, y el titubeo propio y de aquél quien debía completar el suicidio... morir parece más un acto esperado que un convencimiento.

"El problema es que la situación política moderna ha comenzado a actuar con la irresponsabilidad propia del arte, reduciendo la vida a un concierto absolutamente ficticio; ha transformado la sociedad en un teatro y al pueblo en una masa de espectadores, y, en definitiva, es la causa de la politización del arte; la actividad política ya no alcanza el nivel del antiguo rigor de lo concreto y de la responsabilidad"

DIRECTOR: Paul Schrader
AÑO: 1985

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