viernes, 5 de diciembre de 2008

GENTE CORRIENTE (Ordinary People)

Hay quien se empeña en vivir acorde a un prototipo, emulando una perfección innata que se le supone constante. En ocasiones, mostrar un reflejo indestructible, ajeno a cualquier altibajo, no deja de ser una forma de protegerse ante la incertidumbre, a tener que descubrirse a sí mismo con luces y sombras.

Tu vida cambia sin buscarlo, en un abrir y cerrar de ojos lo que se planifica a la perfección sin riesgos ni posibilidad de derrota puede dar un vuelco de 180 grados y convertirse en el talón de Aquiles que rija la vida a partir de entonces. Una muerte y la culpa, ese fardo eterno que en ocasiones cargamos sin saberlo, o demasiado conscientes de ello, arrinconamos en un lugar semiperdido de nuestra memoria, mientras va minando por dentro, siguiendo su curso completamente ajeno a nuestros vanos intentos por acallarlos.

Cuando sentir implica la risa y el llanto, y no sólo el sentimiento hermoso de los momentos agradables. Vivir implica saber de la muerte, reir conlleva un ápice de llanto, la esperanza supone siempre un recoveco de pesimismo. El hombre se siente responsable de todo aquello que acontence a su alrededor, aunque sea a la par consciente de que siempre quedarán preguntas sin responder, situaciones que quedan fuera del alcance de las manos ya no sólo el vivirlas, sino la capacidad de modificarlas. Hay senderas infranqueables, gente que se esconde en el olvido para hacer más transitable el camino, gente que trata de ahuyentar a los propios fantasmas, gente que intenta tender lazos para no terminar de perderse... es sencillo vivir sobre un camino de pétalos, más complicado resulta hacer frente a los percances tratando de seguir siendo todos uno.

Y es que, en realidad, no hay nada más complejo que perdonarse a sí mismo

DIRECTOR: Robert Redford
AÑO: 1980

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