domingo, 8 de marzo de 2009

LOS TRES DÍAS DEL CÓNDOR (Three days of The Condor)

"You have not much future there. It will happen this way. You may be walking. Maybe the first sunny day of the spring. And a car will slow beside you, and a door will open, and someone you know, maybe even trust, will get out of the car. And he will smile, a becoming smile. But he will leave open the door of the car and offer to give you a lift. "

De espías y tramas de corrupción interna... que ni pintado el tema en los días que corren, cuando parece que nadie viste el traje limpio de las buenas intenciones y que tras cada paso se esconde un entresijo de relaciones que nos suenan a ciencia ficción a la mayoría de mortales, acostumbrados a debatirnos entre mar y montaña, o entre carne y pescado en nuestro deambular diario por la vida.

Quizás por eso nos atrae tanto el mundo de los agentes secretos, por estar tan fuera del alcance de nuestras manos como los duendes y hadas de los cuentos, pero conscientes de que no por ser ajenos a nosotros mismos son estos menos reales.

Y más aún si el tema versa en USA, la cuna de la democracia y los valores que se muestra como el ejemplo a seguir por el resto de la humanidad. Ahí los secretos huelen a chamusquina, y los sobornos internos que en otras circunstancias podrían pasar desapercibidos pueden tener un alcance mundial arropados por la sed de polémica de los medios.

Un aparente trabajo sencillo, compañeros de barco que son la base productiva de una agencia superior que teje las redes. Los de abajo, los infatigables del día a día, son sólo peones de una estrategia que a menudo les resulta desconocida. No obstante, el saberse un simple peón no exime del riesgo de descubrir, casi por azar, la confabulación interna, o la existencia de redes secretas dentro de las mismas redes. Siempre hay lugar para nuevos secretos en el mundo de la ambición.

De repente el destino te convierte en superviviente... y todos aquellos en los que creiste pueden ser aliados o adversarios. No saber en qué peso de la balanza colocarles hace que el hombre navegue a la deriva, sin brújula que le ayude. Destapar la trama no servirá más que para sosegar el propio remordimiento, quedar en paz consigo mismo y poder continuar viviendo... aunque uno nunca sepa si la mano que se tiende va a ser la de su verdugo.

DIRECTOR: Sydney PolLack
AÑO: 1975

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