Si pudiera vivir nuevamente mi vida -como apunta el poeta- cometería más errores y sería menos perfecto. Y puede que no ande falto de razón en su planteamiento, con ese afán generalizado de personificar lo más elevado de cada uno de los valores que defendemos: el más inteligente, el más bueno, el más poderoso, el más valiente...
Siempre en algún momento detener los pasos y girar la vista hacia atrás para observar el camino recorrido supone plantearse la ruta escogida, y echar mano de la eterna pregunta ¿qué hubiera sucedido si...? Si en lugar del camino de la derecha hubiera sido el de la izquierda, si en lugar de esas palabras hubiera usado otras, si en lugar de un beso le hubiera propinado un guantazo.
Llega un día en que todo apunta a que enmendar los errores de un momento hubiera significado tener una vida mejor. No obstante, la lucha contra molinos al viento tiene finales insospechados, y tal vez tomar la otra opción, aquella que ahora se nos manifesta como más plausible, menos dañina, hubiera cambiado el rumbo de nuestras vidas hacia caminos imprevisibles. Y esa sería la palabra: no predecibles. ¿Mejores? Nunca lo sabremos.
Con ese afán disfruto viendo al hombre que trata de enmendar su pasado para obtener un presente perfecto de amor, amistades, salud y dinero. Y no obstante a cada buena acción que se supone enmendada en el pasado, el futuro se abre como un abanico de efectos secundarios dispares al que imaginó en su principio. Todo cambia, no sólo aquél elemento que queríamos modificar.
Siempre en algún momento detener los pasos y girar la vista hacia atrás para observar el camino recorrido supone plantearse la ruta escogida, y echar mano de la eterna pregunta ¿qué hubiera sucedido si...? Si en lugar del camino de la derecha hubiera sido el de la izquierda, si en lugar de esas palabras hubiera usado otras, si en lugar de un beso le hubiera propinado un guantazo.
Llega un día en que todo apunta a que enmendar los errores de un momento hubiera significado tener una vida mejor. No obstante, la lucha contra molinos al viento tiene finales insospechados, y tal vez tomar la otra opción, aquella que ahora se nos manifesta como más plausible, menos dañina, hubiera cambiado el rumbo de nuestras vidas hacia caminos imprevisibles. Y esa sería la palabra: no predecibles. ¿Mejores? Nunca lo sabremos.
Con ese afán disfruto viendo al hombre que trata de enmendar su pasado para obtener un presente perfecto de amor, amistades, salud y dinero. Y no obstante a cada buena acción que se supone enmendada en el pasado, el futuro se abre como un abanico de efectos secundarios dispares al que imaginó en su principio. Todo cambia, no sólo aquél elemento que queríamos modificar.
Lástima que la estampa holiwoodiense tenga que rematar la historia con campanas y desenlaces que rompan el hilo argumental... habría que dejar, supongo, con un sabor de boca semidulce, a los ojos que necesitan creer en la posibilidad de una vida virtuosa con determinadas renuncias.
DIRECTOR: Eric Bress, J. Mackye Gruber
AÑO: 2004