martes, 10 de junio de 2008

IRMA LA DULCE (Irma la douce)

En este mundo en que vivimos el amor es ilegal, pero el odio no.

En ocasiones me sorprende la modernidad de las ideas que veo plasmadas en el cine que popularmente conocemos como "clásico". Todo apuntaría a pensar que, con anterioridad a los 70, la censura y la moral imperante obligaban a mostrar un cine de ética devota y casta, sin una pizca de malicia o sarcasmo.

De nuevo derribo ideas preconcebidas y me descubro a mi misma con un guiño de complicidad en ironías que se manifiestan a cada minuto. Cuando la honradez se derriba por su propio peso en una sociedad que considera que "ser honesto es como desplumar una gallina al viento, te llenas la boca de plumas". Cuando el hombre ve derribados sus sueños de una vida justa, descubriendo que "la carcel está llena de inocentes que dijeron la verdad. Difícil forma de tener una vida fácil". Cuando todos las pautas se desploman y uno se ve a sí mismo viviendo la existencia de la que quiso huir, es entonces cuando existir representa sorber cada minuto de la vida, olvidar prejuicios, seguir al propio corazón. Aunque suponga a veces tener que disfrazarse de uno mismo para mostrar la fragilidad de la pasión que va más allá de repartir los beneficios de una vida en común.

Se contagia la alegría de los detalles que nos regala el día a día, de las imágenes de un hombre cuya serenidad le lleva a ocultar su propio miedo mientras escala balcones y juega a solitarios simulando noches de placer; el baile de un verde que transmite esperanza, sin mayor motivo que el capricho, y es que hay cosas que son como aparecen, sin mayor complicación.

-No he visto nunca a una chica llevar medias verdes.

-Es que hacen juego con la cinta y con mi ropa interior.

DIRECTOR: Billy Wilder
AÑO: 1963

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