sábado, 31 de enero de 2009

JUNTOS, NADA MÁS (Ensemble, c'est tout)

Aunque quizás daríamos un vuelco a ese final descafeinado y pastelón del re-encuentro y la necesidad, no hay que olvidar que a fin de cuentas es un buen sabor del boca el que logra que una película permanezca en un rincón de la memoria. Quizás no para vanagloriarla hasta la saciedad, pero si para desempolvarla en aquellos días donde el peso de las circunstancias personales parecen ofuscarnos la capacidad de disfrutar de las pequeñas cosas.

Falto de la complejidad que sus personajes reales poseen en la novela que adapta, la versión nos sumerge en las relaciones interpersonales que se van perfilando entre 4 personas que en apariencia no poseen nexos sólidos que puedan unirlos.

Philib es un tartamudo semiaristócrata y solitario, cuya pasión por la historia esconde una desmesurada timidez y falta de confianza. Vendedor de postales cerca de un museo, su vida se reparte entre su trabajo y los momentos compartidos en la cocina de su casa señorial, que comparte momentáneamente con Frank, un cocinero de martes a domingo, 14 horas al día, cuya vida se distribuye entre el trabajo, los porros, el sexo indiscriminado y su moto, único capricho personal con el que viaja cada lunes para ver a su abuela, Paulette, una mujer independiente y solitaria, que vive entre sus plantas, pájaros y animales hasta que un día tras una caída se rompe la cadera. Convertida en un boceto de bebé dependiente, su reaprendizaje al andar será una lucha por no alejarse de la propia vida.

Camille es una mujer solitaria, extremadamente delgada, cuya vida se caricaturiza como un ir y venir sin rumbo fijo, permitiéndose sólo lo justo para sobrevivir. Alojada en la buhardilla del mismo inmueble que Philib, su relación se inicia con una cena improvisada bajo el frío del tejado hasta la noche en que, preocupado por el frío, la soledad y una tos anticipatoria, Philibert decide rescatarla de su ratonera para albergarla en casa.

Juntos, nada más. Sin mayor nexo que la compañía en un mundo en que parecemos destinados a desconocer incluso al vecino más cercano, se apuesta por la convivencia de 4 personas que tratarán de dar lo mejor de sí mismos sabiendo que el mundo no es perfecto, pero sí puede ser más habitable si se logra convertir en agradables los pequeños momentos de cada día. Dar sin recibir nada más a cambio que el estar allí, porque uno no tiene mucho más a ofrecer.

DIRECTOR: Claude Berri
AÑO:2007

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