miércoles, 22 de abril de 2009

LA LEYENDA DEL PIANISTA EN EL OCÉANO (The legend of 1900)

Land... land is a ship too big for me, a woman to beautiful, a trip too long, perfume too strong, music I don't know how to make, I could never get off this ship. at best, I can get off my life.
Si me detengo a examinar a la gente mi mirada se desvía casi espontáneamente hacia las manos. Nunca he descubrierto los motivos, no obstante, algo se esconde tras su potencial creativo, las manos que modelan, que perfilan esbozos, que describen viajes soñados, tras las cuales surgen melodías.

Mis ojos persiguen el movimiento de unas manos sobre el piano, ese deslizarse armónico como si se tratara de un delfín en la inmensidad del océano. Mi corazón se detiene ante la mano que logra extraer sinfonías de sus teclas, un don para mis oídos.

Si a eso le sumamos mi atracción por los relatos, por esa imagen tan evocada de noches en mitad de la oscuridad compartiendo historias, cuentos, leyendas, aventuras... es difícil no dejarse emocionar por el relato de un hombre que huyo de un destino más fácil, y vivió sin pisar tierra firme y no obstante, al pleno.

Se agradece que, de vez en cuando, alguien toque las teclas del espectador con esta delicadeza, fascinante y siempre acompañada de un fondo musical (Morricone, para quitarse el sombrero) sin el cuál perdería su magia. En el mundo en que vivimos, en una lucha constante hacia delante, la perspectiva de un hombre cuya gloria se contenía en las 88 teclas de su piano es un canto a la vida sencilla que, a menudo, puede ser a la par la más completa.

Y es que toda la película es un canto al lirismo... desde el baile inicial del piano al vaivén de las mareas, hasta el gran duelo de improvisación y jazz con el gran maestro. Todo nacie en sus ojos, que perciben a las gentes y sus deseos en pentagramas, un andar inquieto, el remordimiento, el deseo, la duda... es la misma vida la musa, y esa misma ambición suficiente para encontrar su espacio, un lugar entre aguas sin un rumbo fijo.

La ambición, la puerta abierta a la gloria y la posteridad, puede ser a la vez su cárcel. Y es así, consciente de que a veces lo infinito cabe en la palma de la mano, como renuncia al mundo que se rige por las mismas leyes, evitando el yugo de quien, logrado un objetivo, pierde su norte y sólo quiere sumar otro, y otro, y otro más.

You rolled out in front of me a keyboard of millions of keys, millions and billions of keys that never end. And that's the truth Max, that they never end. That keyboard is infinite... and if that keyboard is infinite, then on that keyboard there is no music you can play. You're sitting on the wrong bench... That is God's piano

DIRECTOR: Giuseppe Tornatore
AÑO: 1998

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