domingo, 19 de julio de 2009

Y TU MAMÁ TAMBIÉN

Se recuerda la adolescencia como una etapa de locuras, de vivir al pleno, de espacio de tiempo en el que todo está permitido. Experimentar, transgredir la sutil línea entre lo prohibido y lo racional.

Concedemos a las personas el margen de lo correcto en muchas ocasiones encuadrándolos en un determinado momento de sus vidas. Parece que el descubrir el mundo no está tan reñido con la posibilidad de cruzar esa línea y sentir con desparpajo, cuando el sentar la cabeza y dibujarse un camino se antojan aún demasiado lejanos.

Luego, cuando ya se supone que uno ha crecido, ha madurado el yo interior que apuesta por una vida intensa, se terminan los privilegios. Ya no está tan bien visto (es joven, déjalo) el desmadrarse en una fiesta, el hablar de sexo sin tapujos, el mentir a los mayores para escaparse unos días a la playa sin ser visto, el seguir los impulsos, beber hasta emborracharse, tumbarse al sol y pensar en las mujeres y la vida. Perder el tiempo, en mayúsculas, tostándose en pelotas en cualquier cala sin nombre y sin prisa.

Por eso a pesar de los momentos previsibles del guión, de las escenas de sexo que a momentos parecen tan auténticas como surrealistas, la película es un guiño al poder vivir la vida sin limitaciones. Un canto a la juventud, aunque luego uno recuerde y se pregunte dónde está aquella persona que vivió sin límites. Un canto a la amistad, aunque el madurar nos haga a veces olvidar que en esos días poco importaban los credos y más el poder compartir una forma de vida. Un canto a vivir el hoy, cada uno con sus motivos, pero siempre tratando de buscar el espacio en el que poder reconocerse a sí mismo. Todo con un guiño de seriedad y humor en su dosis justa.

DIRECTOR: Alfonso Cuarón
AÑO: 2001

No hay comentarios:

Publicar un comentario