viernes, 2 de mayo de 2008

DOBLE SACRIFICIO (A bill of divorcement)

Cuando uno se encuentra con la espada de Damocles acechándole en los talones la toma de decisiones se convierte en un mero instinto de supervivencia.

Desde siempre, se ha venerado la figura de la mujer-Penélope, la que espera paciente el regreso del rostro amado mientras teje y desteje un lienzo que no es más que el propio paso del tiempo escurridizo entre sus dedos. Esa supuesta virtuosidad inherente se pierde cuando, fruto de la propia inercia de los días, la vida obliga a pasar página y a colmarse con otras sendas.

Hay situaciones que uno mismo busca, cuyas consecuencias recaen únicamente sobre su protagonista. Puedo beber, puedo buscar alivio bajo el magnetismo de la droga, o refugiarme entre brazos ajenos en busca de una realidad más agradable. Sin embargo la razón pierde su objetividad cuando nos hallamos frente a frente contra aquello que nos queda fuera de control. ¿Acaso soy yo culpable de mi locura?

Y es entonces cuando nace de las cenizas el dilema moral, el doble sacrificio. Cuando querer se puede convertir en un yugo constante. Cuando las condiciones en las que nos enamoramos y amamos cambian por el mero fluir del tiempo.

Hilary regresa a casa tras más de 15 años aislado en un centro psiquiátrico. Para él, su vida continúa desde el mismo momento en que dejó el hogar, bajo las mismas circunstancias. Se encuentra perdido, vulnerable y solo. Meg, su mujer, está ahora feliz y a punto de rehacer su vida; del mismo modo, Sydney (una excelenente Katherine Hepburn) se encuentra a punto de comprometerse e iniciar su vida lejos del hogar. Lo inesperado del regreso parece truncar el curso habitual de los días, y de la tranquilidad que suponía considerar al padre-esposo como muerto.

Una enfermedad que se lleva en la sangre. ¿Quedarse por piedad? ¿Renunciar a uno mismo para de nuevo cuidar al otro y temer sus miradas? ¿Ceder ante el impulso de la pasión sabiéndose la carga más pesada? Dilema que sucede a otro dilema, escalofriante cambio de registro entre la alegría y la tristeza, la desesperación y el jolgorio, la sobriedad de las decisiones difíciles cuando el corazón pide cobijo y no obstante la razón exije ser justos.

DIRECTOR: George Cukor
AÑO: 1932

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