sábado, 4 de abril de 2009

SEXO, MENTIRAS Y CINTAS DE VIDEO (Sex, lies and videotape)

Saber o no saber... esa es la cuestión.

A menudo navegamos por la vida con la sensación de pasar rozando por sus aguas, cruzándonos con personas que dejarán mayor o menor huella en nosotros mismos, con las que seguiremos caminando como compañeros en el mismo barco, u otros que se apearán en el camino, pero indudablemente forman parte del ser que somos desde entonces.

Dicen que nunca lograremos conocer a alguien por completo. Quizás porque esa misma incapacidad empieza por uno mismo, llegando a sorprendernos en ocasiones por tal o cuál reacción ante un hecho. Seguramente porque conservamos ese instinto primitivo que nos mantiene ligados a la naturaleza, y que nos hace imprevisibles incluso cuando más creemos tener el día a día bajo control.

Cambiamos. Y en eso influye el día a día que nos marca, que deja una huella que inevitablemente condiciona nuestro siguiente paso. Es por eso que quizás la persona a la que conocimos hace tanto tiempo, años, con la que igual compartimos borracheras y noches en vela, ya no sea la que fue. Para bien, para mal, o por simple divergencia de caminos.

Las mentiras del pasado, el sexo por el sexo, la sensación de llevar una existencia vacía... generan impotencia, un desierto interior que sólo puede llenarse mirando en el interior de uno mismo. En ese entorno, la llegada de Graham no es más que el desencadenante de una serie de confesiones personales que llevan a los cuatro personajes a despojarse de sus propias máscaras. Dos hermanas en apariencia opuestas: Ann responsable, púdica y frígida que evita a toda costa cualquier intento de placer en lo que aparece como una vida carente de aliciente, únicamente coloreada por las visitas a un terapeuta que parece no le aporta nada especial. Cynthia extrovertida, pasional, amante del sexo sin complejos y con una aparente seguridad que se desmorona según sople el viento. John, marido ejemplar en versión pública, aunque busque huir de la monotonía de un matrimonio que le aporta poco más que un florero social. Y Graham, un hombre acomplejado por su propia impotencia, reflejo de aquello que fue, y que cubre sus carencias filmando cintas en las que pregunta, sin complejos, a diversas mujeres sobre su vida sexual.

En este intercambio de papeles, el voyeurismo juega una labor primordial, llegando a ser la ficha que descubra lo más íntimo de cada uno de los personajes. Huyendo del pasado, el intercambio final de papeles hará que Ann descubra que quizás su falta de pasión en la vida se debe a no haber sido capaz de cuidar de sí misma, de escuchar a su propio corazón. Desnuda ante la cámara, se descubre ante aquél que ha sabido tocar las teclas adecuadas para hacerle despertar. Y quizás movida por ese mismo desvelo, toma las riendas de una cinta compartida que será el final de ambos engaños, de una vida a la deriva que podrá (quien sabe) andarse en la misma dirección.

DIRECTOR: Steven Soderbergh
AÑO: 1989

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