sábado, 29 de agosto de 2009

STILL WALKING (Auritemo, auritemo)

Las reuniones familiares nunca han sido fáciles. Como saetas al viento, los hijos vuelan y reconstruyen su propia vida, mientras un hogar repleto de risas queda silencioso por la ausencia. Toca entonces reconstruirse de nuevo, eregir un nuevo papel de padre para cuidar de uno mismo.

Cualquier excusa sirve para verse de nuevo. Aunque sea alrededor de un evento trágico, la muerte de un hijo ahogado por salvar a su propio hijo (aunque no fuera suyo, de sangre). Y las costumbres del pasado se mezclan con las necesidades del presente, en un intento de reconstruir el recuerdo de un tiempo lejano que siempre se evoca mejor de lo que fue.

Una mesa. Antiguos aromas y rituales previos que tratan de despertar sentimientos, momentos de la infancia que dejaron un sabor dulce en el interior. No obstante, la historia de cualquier familia entraña también momentos amargos, situaciones que cada uno vive y recuerda de forma particular. Que duermen en la memoria diaria hasta que alguien los despierta: una antigua carta, un comentario inocente, el sabor crujiente del maiz frito.

Hay resentimientos. Venganzas sutiles que se descubren a medida que el día avanza, y ya no es posible (y seguramente sea consciente) evitar mostrarse sin caretas. Un padre autoritario y ausente que fue un referente mientras duró el candor, y un tótem de antítesis cuando se perdió la inocencia. La contradicción entre el cuidado (regalos antiguos, kimonos y fotografías) y la dejadez en saludar con la mano, no contar con el nieto que no se considera propio. El egoismo vendido como preocupación de una hija que quiere cuidar de sus padres y a la vez disponer de un hogar amplio sin contar con el deseo real de los que ya viven allí; de un yerno que vende su valía para luego esconderse entre sábanas y juegos... palabras que se lleva el viento.

Al final, lazos de sangre, ni los hijos ni los padres se escogen unos a otros. Hay cosas de nosotros en ellos, del mismo modo que nosotros conservamos parte de su ser en nuestro interior. Reflejos bilaterales que a veces convergen, otras divergen para cruzarse sólo circunstancialmente.

DIRECTOR: Hirokazu Koreeda
AÑO: 2008

domingo, 9 de agosto de 2009

CHE EL ARGENTINO (Che: the argentine)

Narrar la vida del revolucionario sin caer en excesos no es tarea fácil. Siempre hay dos formas de presentar una biografía: desde la veneración o desde el rechazo.

Encajar en un término medio que muestre sin posicionarse de forma excesiva en ninguno de los dos bandos supone mostrar luces y sombras. Como en todo ser viviente, el ser consciente del resultado final no borra los pasos que se han dado para lograrlo. Un Che dudoso, un Che que no enarbola banderas de convencimiento desde sus inicios sino que se ve en muchas ocasiones relegado a segundo plano. Somos espectadores de sus silencios internos, de la sombra del líder al que apoyó.

Marcado por un asma constante que le acompaña en su lucha, vemos a un hombre débil que se fortalece con la lucha. Un intento (quizás real, quizás no) de ser consecuente con su pensamiento, de no faltar a su ideal de revolución. Incluso cuando descubriendo a su alrededor el abuso de poder debe castigar a algunos de sus compañeros, no hay resquicio de compasión hacia ninguno de los bandos... quizás porque no hay vencedores ni vencidos, sino la fe en que es posible vivir sin subyugaciones.

Buen sabor de boca que, sin duda, invita a seguir descubriendo en imágenes esta particular reconstrucción biográfica del guerrillero.

DIRECTOR: Steven Soderbergh
AÑO: 2008

sábado, 8 de agosto de 2009

EL TALENTO DE MR RIPLEY (The talented Mr RIpley)

Detrás de una encantadora sonrisa puede esconderse el más vil de los puñales. No es una premisa cinematográfica, ni un eslógan a favor de los derechos humanos. Ni siquiera es el resumen apócrifo de una nueva novela de suspense. Tan real como la vida misma, tan cercano y distante como el que despierta un día con la noticia de que aquel vecino amable y cordial de los buenos días, parece que hoy va a llover había descuartizado a su amante y guardado a pedazos en su congelador.

Nos creamos imágenes de las personas que nos rodean, acorde con las sensaciones que guardamos de ellas. Lo mismo sucede con nosotros mismos. Aquello que somos es una mezcla desequilibrada de lo que mostramos y lo que escondemos, que siempre pueden llegar a inmiscuirse sin ceder a nuestro control.

Casualidades, una chaqueta y una misión. Devolver al hogar al hijo perdido, vividor en potencia, amante del jazz y de la conquista, de vivir en un suspiro. Codicia y sed de poder, y la ausencia de un carácter propio que lleva a buscar imitar al otro como si de un ídolo se tratara. Al final siempre se logra descubrir el engaño, antes o después, y abrir la llave con la que uno esconde lo más secreto y oscuro.

Quizás la falta de dinamismo le marca, en algo más de dos horas que le restan importancia a los personajes, llevando al extremo el detalle de la trama.

DIRECTOR: Anthony Minghella
AÑO: 1999

viernes, 7 de agosto de 2009

EXPIACIÓN (Atonement)

Relacionamos la inocencia con la infancia, casi con la nostalgia del que evoca esa época con la sensación de que sólo entonces el alma descubría el mundo en su pureza. Sin dobles sentidos, sin prejuicios, sin desconfianzas.

Olvidamos a veces que los dichos esconden sabidurías populares y verdades. Como la de los locos y los niños. Los únicos que cuentan la verdad. Ignoramos que en ocasiones es precisamente el niño el que expresa su crueldad sin represiones, el que señala al distinto y lo marca, el que se ríe de lo que no entiende. El mismo niño que aprende a medida que crece que hay una diferencia entre el mundo de los cuentos y la reaidad. Que uno no puede jugar en el día a día como si estuviera sobre un tablero de ajedrez, y se pudiera empezar siempre una nueva partida. Nuestros movimientos de hoy determinan aquello que seremos mañana.

Uno tiene que aprender a vivir con sus errores. Y quizás no sólo con ellos, sino con las consecuencias que de ellos se derivan. Y aunque el mundo pueda justificar la equivocación basándose en la inconsciencia, al final el momento de saldar cuentas es con uno mismo. Llevar a cuestas la carga más pesada, la de todas aquellas cosas que quizás pudimos evitar.

Hermosa composición en la que un mismo hecho se percibe desde todos los ángulos que lo componen. Que nos lleva a entender comportamientos, aunque no justifiquemos ninguno. Un toque de atención que nos recuerda que las acciones no son casi nunca actos aislados, sino la sucesión de manos que se entremezclan, miradas, y pasos en diversas direcciones. Comprenderlos supone un acto de distanciamiento, la posibilidad de ver más allá de lo que parece evidente.

Redimirse, perdonarse... cuando la vida no permite que uno pueda explicarse ante al mundo, impidiendo a su vez el poder darse tregua, a veces hay que dibujar un final alternativo, aunque sea un sueño en que podamos describir la vida como nos hubiera gustado que fuera, la historia de lo que nunca fue.

DIRECTOR: Joe Wright
AÑO: 2007