martes, 21 de abril de 2009

NUESTRO PAN DE CADA DÍA (Unser täglich Brot)

No apta para estómagos sensibles. Definitivamente, a veces el desconocimiento es una puerta abierta a la tranquilidad que rodea todos nuestros actos cotidianos.

Y si fácilmente el silencio que acompaña la hora y media de documental se llena con el latir del propio corazón obligado a cuestionarse cada uno de sus sentimientos, no obstante hay que saber distinguir, al final, las dos caras de la moneda que trata de transmitirnos su director.

No es por multiplicación divina que podemos gozar en nuestros días de alimentos sin importar la época del año en la que supuestamente se cultivan. Ni carnes y pescados, o sus derivados, en cantidades industriales pareciendo un pozo sin fondo de la procreación. Es obvio, todos hemos escuchado en múltiples ocasiones sobre la existencia de invernaderos, de piscifactorias, de fábricas donde se crían polluelos o se sacrifican cerdos para su posterior consumo.

Fácilmente podemos sentirnos heridos por la dureza con la que se transmite la aparente deshumanización en la obtención de alimentos. Amplias fábricas donde el sacrificio de animales y su proceso son reducidos al eslabón en cadena, como si de una fábrica de coches se tratara, donde cada operario tiene su función específica, casi obligando a mostrarse ajeno al acto total, al sentimiento de estar sacrificando un ser vivo. Eviscerar a un cerdo se nos muestra un acto tan trivial como poder comerse luego tranquilamente un bocadillo en un descanso del trabajo, o como noquear a una vaca y verla convulsionar hacia su muerte. Probablemente nos llevemos las manos a la cabeza, e incluso pueda uno pensar en alimentarse de aire... pero no menos bárbaros ni deshumanizados tengo recuerdos de infancia en los que mi abuelo degollaba a un blanco y reluciente conejo ante mis ojos, y luego lo limpiaba de sus vísceras, y guardaba una pata o la cola a modo de llavero. El hombre siempre ha matado para alimentarse, nunca va a existir una forma humana de hacerlo.

Todo en cadena... incluso el mundo de la agricultura resulta un trabajo continuo, en el que sorprende ser espectador de su evolución en el tiempo. La mano del hombre, que sigue siendo necesaria en muchas ocasiones, se ve sustituída a veces por las nuevas tecnologías que a la par que facilitan el trabajo, logran producciones de características industriales. Sorprendida por ver la recolección de algunos alimentos de consumo habitual, sonrío pensando de nuevo en mi abuelo, y en cómo hubiera agradecido su espalda y rodillas artríticas de subirse a las ramas de los olivos a batirlos manualmente y deslomarse recogiéndolas del suelo, la ayuda de una máquina que en 2 minutos lograra vaciar las ramas de los árboles, y otra que succionara las arbequinas del suelo.

Si bien es cierto que la industrialización deshumaniza determinados actos, no me parece siempre justo asumir que el trato "humano" es el mejor en todos los casos. También he sido testigo del gran espectáculo de la matanza del cerdo en los pueblos, y casi me parece mejor morir de una descarga, con rapidez, que ser deshollado lentamente.

Sin lugar a dudas... la polémica está servida

DIRECTOR: Nikolaus Geyrhalter
AÑO: 2005

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