sábado, 17 de mayo de 2008

MADAYAYO

- Mahda-kai (¿Estás listo para irte al otro mundo? )
- Madadayo (No, todavía no)


Con el paso del tiempo, la figura del maestro ha ido cambiando de color.

La generación de mis padres aún recuerda con extrema nitidez las escenas de castigos ejemplares con azotes o con golpes de regla encima de las manos, el respeto desmesurado mezclado con el miedo, la rectitud, la veneración.

La generación de mis hermanos empezó a descubrir el cambio en pos de una relación más saludable, manteniendo ese espacio en el que el profesor seguía siendo el dueño de ese pequeño imperio pudiendo tomar medidas más o menos drásticas según propio criterio.

Luego vinimos nosotros, y empezamos a viciar la relación. Y se mezclan en perfecta aleación la falta de motivación por ambos bandos. La pasión por la docencia empieza a desaparecer en los ojos brillantes de aquellos que durante muchos años han repetido los mismos conceptos, y que de repente se encuentran ante un público resistente, que a menudo ignora la importancia de empaparse de todo conocimiento para poder desarrollarse mejor.

Ahora ya es difícil venerar al maestro. Ya no quedan personalidades como oro puro, y si los hay, se diluyen en el magma de la multitud. Si cierro los ojos, mirando atrás entre imágenes de la memoria, recuerdo a aquellos que impulsaron mis pasiones, que supieron alcanzar mi inquietud, cazarla al vuelo y darle alas entre el gentío deambulante bajo el mismo ritmo. Muchos de ellos navegan ahora en un mar de nostalgias, buscando en su pasado la motivación que antaño era espontánea, y que ahora deben forzar ante las aulas repletas de mentes uniformes con poca curiosidad. Encontrar diamantes en bruto supone, para algunos, la mecha que aún les mantiene en su lugar, a sabiendas que ya en pocas ocasiones enseñar va a ser algo más que un trámite burocrático para sobrevivir.

Madadayo supone un homenaje a la figura de ese maestro en vías de desaparición. Un tanto exagerado y cerimonioso (aunque puede que lo sea siempre lo japonés, y de nuevo nos caricaturice aquí lo excesivo de las reverencias y respetos de su propia cultura) evocando de forma emotiva una relación que se expandía más allá de las aulas.

DIRECTOR: Akira Kurosawa
AÑO: 1992

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