miércoles, 3 de septiembre de 2008

COLLATERAL

El cansancio tras las guardias me lleva a veces a buscar en el cine la acción que mantenga mis párpados abiertos. Supone un punto intermedio entre mi incapacidad para el descanso completo y la actividad que quizás pediría mi espíritu, de surcar caminos y alcanzar cimas.

Recordaba vagamente imágenes de la semana del estreno. Pantalla grande, un taxi y objetivos concretos. Un día que empieza como cualquier otro y que de repente se tuerce hacia caminos insospechados y objetivos ajenos.

Duelo voraz entre dos personalidades anatagónicas. El asesino a sueldo escéptico, sin escrúpulos e implacable cuyo rostro no demuestra ni alegría ni tristeza, ni gozo ni miedo. Un taxista maníaco cuyo sueño vital se aleja a medida que van pasando los días sumido en los trayectos y conversaciones por las calles de neón.

Dos vidas que cambian porque el azar es un juez sin escrúpulos ni premeditaciones. Una cadena de asesinatos supone una sucesión de reflexiones que llevan al hombre meticuloso y honrado cuya vida se resume en jornadas interminables de paseos nocturnos a plantearse sus propias bases sin posibilidad de marcha atrás. Constituyen para el implacable homicida el regreso a su esencia más simple, aquello que se oculta bajo la aparente solemnidad de sus pasos: la soledad y el anonimato que impregnan cada ámbito de su vida, y que le hacen parecer un vivo entre los muertos, uno más de los muchos que duermen en el último vagón del tren.

"¿Te has visto? Tus bayetas, tu taxi limpo, tu compañia de limusinas... ¿Cuánto has ahorrado? Algún día, algún día mi sueño se hará realidad. Pero una noche te despertarás y verás que eso no es verdad. Que el sueño se ha vuelto contra ti. Nunca se hará realidad, y ya eres viejo. No se ha cumplido y jamás se cumplirá porqué nunca harás nada para que se cumpla. Lo enterrarás en la memoria y después te hundirás en tu sillón, y te quedarás hipnotizado delante del televisor el resto de tus dias. Así que no me hables a mí de crímenes. Dar una entrada, eso bastaría para tener un Lincoln. Ni siquiera eres capaz de llamar a esa chica. ¿Que coño haces conduciendo un taxi, Max?".

DIRECTOR: Michael Mann
AÑO: 2004

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