lunes, 23 de febrero de 2009

EL LUCHADOR (The wrestler)

Randy "The Ram", el héroe de todos los niños que se precien de ser la manifestación pública del tópico ampliamente difundido de la pasión por el músculo, la adrenalina y la testosterona primitiva.

Pero había que darle una oportunidad a la redención, una posibilidad a esa especie de leyenda generalizada de hallarnos ante el papel de su historia. ¿De qué historia? Diría yo, claro. Pero ahora me reafirmo a posteriori, lo cuál no es nada elogiable teniendo en cuenta la multitud de reservas con las que me senté a tratar de no prejuzgar esta cinta.

Y mira que lo intenté. Olvidate de toda esa musculatura artificial y ese aspecto asiliconado y pervertido de Rourke, que es sólo un papel mujer, que no va a ser la lucha por la lucha, que ya verás que te va a sorprender, sino mira lo que te sucedió con Rocky en su día, nada es lo que parece.

Y bien, sí. No es la lucha por la lucha. Pero no sé yo si al final no hubiera sido mejor no tratar de darle un toque intimista que se queda en la mera superficie. Un hombre que se forja de su propia leyenda, que es un desastre en lo personal y que no hallando su perdón en el mundo que le cierra las puertas se dedica a morir de pie en lugar que hacerlo de rodillas, en el ring que se supone es lo único que sabe hacer y por lo único que recibe ovaciones. Todo un héroe, ya te digo. Pues a mi no me llega. Ni su interpretación más llamativa por su (horrendo) físico, ni el toque sentimental que trata de aportarle una prostituta que también trata a su vez de retomar las riendas de su vida aunque todo apunte a que la desnudez y el baile sean su única alternativa.

Pero como dicen siempre, hay que haber sido espectador para poder hablar en consecuencia. Y cualquier intento de emular a guiones precedentes y brillantes que suceden alrededor de un ring es pura coincidencia

DIRECTOR: Darren Aronofsky
AÑO: 2008

EL LECTOR (The Reader)

La sorpresa de la jornada. A veces los trailers previos no hacen honor a la realidad. En ocasiones muestran demasiado (llegando a encontrarte en la butaca con la sensación de haber visto ya toda la película en dos minutos) y a veces por quedarse en la superficie sin mostrar hasta qué punto puede llegar a profundirzar una historia en algo más que la repetición de un argumento mil veces considerado.

Y es que en los tiempos que corren retomar el tema del nazismo parece recaer de nuevo en la moralina fácil del juicio y la condena. No obstante, es el cambio de perspectiva y la sobriedad con la que se roza la contradición personal la que convierten a la cinta en una pequeña joya para los que aman, por encima de todo, permitirse vestir la piel ajena por unos momentos, y tratar de comprenderla sin entrar en justificaciones eternas.

Muchas preguntas que quedan en el tintero al encenderse de nuevo las luces. Todos los porques que parecen sin respuesta, pero que pueden interpretarse a través de los gestos, de los actos de sus personajes. Cuando una sociedad juzga los actos pasado el tiempo y las circunstancias, cuando la facilidad de juzgar el acto ajeno desde un estrado, cuando uno no tiene que enfrentarse a la decisión puntual, rápida y a medida carente de perspectiva que todos tenemos en la tranquilidad de un sillón.

Como templos. Porque la verdad y la justicia están en nuestros días equiparadas a la legalidad. Juzgamos lo que se hace público, aquello que demuestra la barbarie pero no nuestra propia culpa. Y nada mejor que la evidencia para mostrar que la generalidad no exime la propia culpa. Poder salvarse a toda costa no significa perdonarse a uno mismo. Quizás por ello El Lector no muestra la evidencia, el analfabetismo como puerta abierta a la reducción de una condena. Porque tampoco ella busca ese perdón oficial que ni ella misma será capaz de darse nunca. Asume su carga, y él su culpa. Testigos directos de una barbarie que no podrá justificarse ni ante aquellos que no apretaron el gatillo, no cerraron las puertas, pero tampoco gritaron cuando se llevaron a los vecinos con los que había compartido veladas. Ojos que no ven, pero el corazón siempre siente.

Una sobria interpretación, sin caer en el victimismo ni en el extremo. Sin llantos desproporcionados ni sentamentalismos excesivos. En su justa medida, conteniendo una rabia que se cuela en cada poro de aquellos que nos convertimos en oyentes de literatura de ficción entre tantos muertos.

DIRECTOR: Stephen Daldry
AÑO: 2008

domingo, 22 de febrero de 2009

EL DESAFÍO: FROST CONTRA NIXON (Frost/Nixon)

La visión del periodismo como mero elemento informativo cambió cuando empezaron a descubrirse engarros, corrupciones y tapaderas de estado. Con esa especie de morbo personal de conocer lo desconocido, el público espera descubrir los entresijos de ese mundo paralelo que se supone detrás de todos los juegos políticos, decisiones internacionales que se venden como necesarias bajo mil pretextos socialmente oportunos.

Es por ello que explorar las entrañas de esa realidad paralela siempre contará con el beneplacito de un público que se sabe, cada vez con mayor intensidad, manipulada no solo por los políticos, sino a su vez por los medios que transmiten sus voces. Cada uno danzando al son que marcan los tiempos, con sus propios beneficios.

La historia de Estados Unidos está (seguramente como la historia de cualquier otro país del mundo) poblada de tramas y conspiraciones, de corrupción y secretos internos parcialmente equilibrados hasta que se hacen públicos. Y a menudo es el silencio el que dicta la sentencia. La protección que bordea la legalidad que se erige entorno de determinadas personas, esa inmunidad que delata lo que nadie es capaz de mostrar a gritos.

Es por ello que buscar la confesión se convierte en un apasionado objetivo, seguramente no carente de recompensa (y que bien se manifiesta a lo largo de las interpretaciones, cuando la audiencia y la fama suponen la base de sustentación del proyecto). Duelo de titanes entre dos personalidades colmadas de su propio ego, con una amplia capacidad de dialéctica y de discurso rimbombante, y a la vez esquivo.

Brillante. Brillante en sus formas, en la capacidad de atrapar al espectador en un duelo que se bate no solo en los discursos, sino también en el gesto. En la derrota inicial de un Frost que se ve abatido por la capacidad de su adversario de salir airoso de cualquier intento de embestida personal. En el rostro hundido y devastado de un Nixon que cayó en su propia trampa, y que debe entonar un "mea culpa" más consigo mismo que con el mundo.

Buen cine, sin excesos ni patriotismo.

DIRECTOR: Ron Howard
AÑO: 2008

MI NOMBRE ES HARVEY MILK (My name is Harvey Milk)

Esta vez no haremos honor a eso de "cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia". Más bien lo contrario. Una espléndida interpretación sin exageraciones ni ornamentos, directa y natural, matizada en el Harvey público capaz de contener y mostrarse serio, y el privado cuando puede tomar aliento, respirar y expresar un corazón abierto. Parecido y real, cuando conocemos al de carne y hueso y comparamos sus gestos.

Quizás no será recordada por tratarse de una cinta excelente en sus formas, ni brillante en el guión. Probablemente pasará a la anécdota de muchos que no se sientan tocados de forma directa o indirecta por la temática, la homosexualidad como reivindicación personal. No obstante, supone todo un lema en nuestros días, cuando se supone que el mundo se mueve en el liberalismo y la tolerancia, aunque en su intimidad siga manteniendo viejas creencias, y nadando en sus propios prejuicios.

Porque, no nos engañemos. En esta especie de documental sobre la homosexualidad y su vida pública se esconde un homenaje a todos aquellos que tratan de vivir en su "rareza", intentando hacerse un hueco en el día a día que señala a los diferentes como enfermos, por mucho que la tolerancia generalizada se precie de haber logrado lo contrario.

Y es que la supuesta globalización nos ha convertido en seres aún más individualistas que antaño. Nos sorprende ver imágenes al estilo caza de brujas contra la comunidad homosexual y su expresión pública, pero no pocos dejan la sala con la sensación de haber presenciado una manifestación de hombres con mucha pluma que tratan de hacerse oir como colectivo, creando su propio geto. Mucho beso, mucha caricia pero con la sensación de hallarse en otra realidad alejada de la vida del vecino, o del propio hijo.

Tener representación, poder reclamar los propios derechos. Parece mentira que sigamos negando la capacidad de ser parte de un mundo dispar a sus propios habitantes, trivializando la enfermedad y ubicando en la degeneración a todo lo que no cuadra con nuestra propia idea de valor y virtud. Y no es necesario que viajemos en el tiempo para darnos cuenta que, lo narrado, sigue sucediendo en nuestros días. No es, ni mucho menos, agua de otro cauce.

DIRECTOR: Gus Van Sant
AÑO: 2008

SLUMDOG MILLIONAIRE

Empezamos nuestra particular maratón cinéfila con esta cinta. Una particular visión sobre los avatares del destino y la lucha por la supervivencia en una sociedad donde tener un techo bajo el que cobijarse parece un milagro más que un derecho social.

Con la imagen en mente de las (miles) de ocasiones en las que hemos podido ser espectadores de esa misma situación en nuestras pantallas, el concurso se convierte en la anécodta y el premio se queda sólo en el trasfondo de una aventura que nos lleva a hundirnos en la más profunda de las miserias humanas, y la lucha personal por recobrar una dignidad que parecía perdida por el mero hecho de haber nacido en el lugar y el tiempo equivocados.

Guiños que hacen que una vida corriente y más bien dramática se convierta en la clave para el éxito futuro. Es complicado, en nuestros días, convertir las calamidades en acontecimientos cruciales para la propia historia, mostrándolas bajo el prisma del optimismo que (moralinas) se debería sonsacar de cada experiencia. Si para lograr un sueño hace falta hundirse en la miseria (o en la mierda, para ser más exactos), siempre quedará el buen sabor de boca de haber hecho todo lo que estaba en nuestras manos para alcanzar aquello que anhelamos. Y quien sabe, igual de entre todos resultamos ser los escogidos, a pesar de habernos olvidado de cualquier prejuicio.

Casualidades, sucesos personales que entierran a la inteligencia basada en montañas de conocimientos a la mera posibilidad de disponer de tiempo y recursos para hundirse en los libros. Si la vida es aquello que acontece a cada instante, y a menudo sabemos del mundo cosas que ni tan siquiera sospechamos. ¿Estaba escrito? Qué más da, si al final hay que creer en uno mismo para lanzar la moneda al aire y esperar que caiga cruz, o cara, pero atreverse a lanzarla.

¿Arriesgas? Llegó con las manos vacías, y se fue con el premio. No hay derrota, incluso si el azar no se hubiera alineado con la fortuna para conocer al tercer mosquetero... había premio, en la voz y la ayuda, en el sueño que despierta la ilusión de que, incluso empezando de cero, se puede tocar el cielo.

DIRECTOR: Danny Boyle, Loveleen Tandan
AÑO: 2008

VIA REVOLUCIONARIA (Revolutionary Road)

Con la lectura reciente se es más consciente de los detalles. Pero a la vez también resulta más sencillo ser benevolente, y admitir que resulta imposible ser fiel al completo. Profundizar como Yates en su novela en la vida personal de cada uno, en un intento de comprender el grito, la pelea, el sentimiento de vacío que llena sus vidas.

Nada que ver con el duelo Di Caprio-Winslet previo. Donde la pasión superaba cualquier arrebato de interpretación extraordinaria. Se nota la madurez, los años, las tablas con su filmografía, la ausencia de gestos prediseñados y la capacidad de ambos de integrarse en sus personajes no ya tomando como base su propia personalidad, sino metiendo en las entrañas de aquellos que pretenden ser.

Voces, gestos, cambios de humor, la expresividad de una relación que por eregirse en especial cayó por su propio peso. Huyendo de la sensación de pertenecer a un rebaño que no lucha por ser diferente, caer en la propia trampa es tan sencillo como dejarse llevar para siempre, viendo pasar los años sin tan siquiera plantearse si la suma de logros y renuncias ha sido consciente o sumergida. El loco que no es tan loco. El cuerdo que cae en su propia locura.

Un nuevo duelo que merece, sin lugar a dudas, la novedad del reencuentro. Estas segundas partes sí pueden ser buenas.

DIRECTOR: Sam Mendes
AÑO: 2008

miércoles, 18 de febrero de 2009

MEMORIAS DE ÁFRICA (Out of Africa)

La belleza se desprende a menudo de pequeños detalles, de cuidar con esmero aquello que nos rodea. Hay paisajes que penetran en cada poro de la piel y evocan olores y ruidos no presentes, pero uno cierra los ojos y puede transportarse como por arte de magia a través de los continentes.

África ha sido la gran desconocida, y quizás por ello tan ampliamente soñada. Por lo exótico, por los parajes de contrastes, su gente, una forma de vida completamente alejada de nuestras rutinas y hormigones.

Quizás por ello es más fácil que nos emocione un relato que acontece en un lugar que nos es extraño. Remoto. Angosto y relativamente virgen. No contaminado por todo aquello que creemos imprescindible.

No sé si estará sobrevalorada. Al final es el espectador el que genera la leyenda con su propia vivencia. Con aquello que sentimos cuando se encienden las luces y volvemos a ser Anna, en esta ciudad, y no con un rifle en la espalda y zebras a lo lejos. Logré sentir la rugosidad del café entre mis dedos, la calma del viento sobre la campa, la tranquilidad de una noche bajo el cielo inmaculado y limpio, la compañía de unas gentes que viven de forma muy distinta a la mía.

Y dejarse llevar por el momento, por una historia que no por sencilla deja de ser intensa. Un intento de vivir sin ataduras, sabiendo que al final del camino regresar a casa no es más que abrir el corazón y vencer el miedo a tener dueño. Porque en la vida al final creemos la máxima de que nuestro valor se mide por aquello que poseemos, sin percatarnos a menudo que quizás hay redes más intensas con los lazos que dejamos libres, y que no obstante se mantienen por ser más verdaderos.

Una pequeña delicia... sobrevolar el continente sin levantarse de la silla, y la música para el recuerdo.

DIRECTOR: Sydney Pollack
AÑO: 1985

domingo, 15 de febrero de 2009

EL CURIOSO CASO DE BENJAMIN BUTTON (The curious case of Benjamin Button)

Emulando al poeta con sus instantes, y el detalle de todas aquellas experiencias con las que llenaría su vida si fuera capaz de dar marcha atrás y vivir de nuevo, Benjamin Button representa un homenaje a las edades como algo que esconde mucho más que un número, o el paso del tiempo.

Nacemos y morimos dependientes. En la infancia, como una tabla rasa, mente en blanco para impregnarse de todo lo que nos rodea. Una energía y vitalidad que, de viejos, cuando todo consiste en ir olvidando lo aprendido, en una acelerada marcha atrás, no ayuda a luchar contra lo inevitable.

No resulta desorbitado imaginarse la vida al revés. El reloj que nos permitiría alternar la jerarquía de las arrugas, y alcanzar la madurez con un organismo que pudiera saborear la vida con la misma intensidad que la mente.

Pero como el sueño eterno de inmortalidad, la juventud supone siempre ser espectador de la decadencia ajena, vivir como un ser distinto significa asumir la propia soledad (aunque quizás sin demasiada diferencia con todos nosotros, solitarios conviviendo en comunidad).

Bellísima puesta en escena; a menudo sumergirse durante unas horas en una especie de cuento de hadas con cierta dosis de realismo deja el buen sabor de boca de quien se reencuentra con ese niño interior capaz de dejarse sorprender por una historia más allá de todo raciocinio. No es fácil nacer con arrugas, y convertirse con el tiempo en un bebé sin noción del tiempo. Quizás niños y viejos no sean tan distintos, inocencias compartidas.

DIRECTOR: David Fincher
AÑO: 2008

sábado, 14 de febrero de 2009

GRAN TORINO

El buen cine se caracteriza en parte por la capacidad de soprendernos. Más allá del sello personal que puedan aportar los actores, la belleza de una escenografía cuidada, los planos analizados hasta el último detalle, nos quedamos a menudo con un giro, una alternativa a la fácil consecuencia lógica de los actos.

Eastwood se ha convertido en uno de esos directores que guardan siempre un as escondido en la manga. Aunque sus películas evoquen siempre un patriotismo y amor por su orígen que va más allá de la constante bandera ondeante y la evocación de un pasado vinculado a la guerra, su devoción se tiñe siempre con una pizca de autocrítica no siempre evidente, pero constante.

Y la espera en esta ocasión no ha seguido la cronología verdadera, nos avanzamos a su llegada ante la imposibilidad de ver a Eastwood en toda su esencia. Quizás sea una mala costumbre, pero en cuanto la mente se acostumbra a escuchar la voz y el tono originales, a vincularlos de forma inequívoca a un rostro, luego resulta menos creíble cualquier intento de doblaje. Más artificial, menos expresivo. Esperamos tranquilos hasta llenar la lista de las suficientes cintas pendientes como para justificar un coche, una escapada a la gran ciudad, una sesión continuada de buen cine en su esencia. Pero esta tarda, llega sola, y mejor pájaro en mano...

Eastwood nos regala de nuevo una historia que parte de lo mundano. Una mezcla de razas y culturas que trata de equilibrarse en un mundo que parece haber perdido el rumbo, que no distingue entre orgullo y totalitarismo, que no sabe marcar el límite entre la antipatía y el odio, que no es capaz de descubrir los límites de la ira, que no puede compartir su modo de vida sin un premeditado juicio previo a la del resto.

Una lección hasta su última escena. Cuando la venganza a veces puede ser algo distinto al ojo por ojo, y el cariño se profesa cuando uno menos se lo espera. Simplemente, hablando desde el corazón.

DIRECTOR: Clint Eastwood
AÑO: 2008

miércoles, 11 de febrero de 2009

SERPICO

Con qué buen sabor de boca se queda uno cuando deja pasar los créditos finales, escuchando parte de la banda sonora y se sabe ante una de esas películas que marcan historia, si bien quizás no en los anaqueles de la cinematografía sí en la propia lista de antologías personales.

Cuesta reconocer a un jovencísimo Al Pacino, más allá de sus personajes recientes a caballo entre la comedia y la trama forzada de gángsters sin demasiado aplomo. Me viene a la mente la particular tendencia personal a relacionar en esa época a Pacino con De Niro, y con parecidos razonables aunque no se puedan comparar historias con el apocalíptico taxista y el policia inquebrantable ante la corrupción ajena.

Sobria interpretación de un hombre que vive de acuerdo con sus creencias, que mantiene la idea original de un cuerpo de policía que lucha contra el delito sin partir del propio juego sucio. A pesar de saber, como muchos, que ser guardian de la verdad a menudo supone exponer la propia condena, el aislamiento en un mundo en que los sobornados viven ajenos a cualquier remordimiento, y aquellos que conocen hacen oídos sordos y cubren sus ojos con el siempre cómodo velo de la protección personal.

Seguramente los ejemplos son tan aislados, tan sorprendentes en nuestros días, que con su biografía se puede hacer homenaje sin caer en la simplonería, ni en el argumento sin fondo por ser habitual en exceso. Al final va a ser verdad, y aunque los que bebieron del pozo vieron en el cuerdo el único loco, la solución no va a ser beber también del mismo veneno para asimilarse al resto.

DIRECTOR: Sydney Lumet
AÑO: 1973

martes, 10 de febrero de 2009

EL BUEN ALEMÁN (The Good German)

No siempre es suficiente un buen elenco de actores para que una película quede en la memoria y uno pase a evocar escenas, diálogos o interpretaciones que vienen a la mente cuando casi por azar se relaciona el día a día con sucesos ya vistos en la gran pantalla.

Una trama sostenida por lazos invisibles, con la moralina imperante de la bondad de aquellos que fueron testigos de la masacre durante la Segunda Guerra Mundial, en el archiconocido discurso antinazi que reproducen muchas cintas en los últimos tiempos. La anécdota del buen alemán no es algo novedoso, ya impactados en su día con el rojo sobre negro que nos proporcionó Spielberg y su relato sobre Oskar Schindler, cualquier intento de variar la óptica nos deja un sabor de lo ya visto. Y si le sumamos la poca profundidad de sus personajes, la frialdad de las interpretaciones y la poca credibilidad de muchas de sus escenas nos queda sólo la sensación de haber visto una película de sobremesa que probablemente hubiera pasado totalmente desapercibida si no fuera por su plantilla.

En toda guerra siempre hay buenos y malos... pero al final, en mayor o menor grado, para todos siempre supone una derrota.

DIRECTOR: Steven Soderbergh
AÑO: 2006

lunes, 2 de febrero de 2009

LA DUDA (Doubt)

"But I have my certainty! And armed with that, I will go to your last parish, and the one before that if necessary. I'll find a parent"

Se agradece la sutileza por encima del morbo fácil, la imagen que sugiere, el gesto que insinúa más allá de la clara evidencia fotograma a fotograma del mensaje que se quiere transmitir. No es sencillo hablar de la pederastia sin caer en el tópico, del abuso por parte del clero sin entrar en el facilón mensaje de la depravación de la iglesia y todos en el mismo saco.

Sin lugar a dudas la expresividad de dos de los grandes ayuda. Y no me resulta difícil imaginar hasta qué punto debe mejorar la credibilidad de los personajes con su voz, la gravedad y honda dicción de Hoffman unida a su entereza, la árida y autoritaria voz de Streep, su romperse lento e inevitable a medida que avanza la trama.

Cuando asalta la duda, la propia certeza es lo único que queda. La soledad y aislamiento de un chico, sumada al tinte racial, le llevan a encontrar en los brazos adultos un consuelo que ni el supuesto amor filial, ni la amistad con el resto pueden darle. Perdido, sin rumbo fijo, parece destinado a caer en unos brazos que no entienden de edades, de fragilidades ni futuros daños. Disfrazar la supuesta apertura de miras con el matiz de progreso puede fácilmente despistar a quien se halla a mitad de camino entre la modernidad y la tradición. Más al final la experiencia despierta alarmas, genera una tensión interna que llama a buscar la verdad, a dudar incluso de los ojos que aparecen más puros.

Sin embargo aquello que nos parece tan evidente se nos muestra colmado de dicotomías. Cómo conservar no sólo la fe en su Dios, sino en sí mismo cuando ni siquiera se es capaz de lanzar la primera piedra. Cómo tratar de descubrir la verdad cuando la mayoría busca su propio beneficio, evitar el escándalo, la riña, sin tener en cuenta a la verdadera víctima. Cómo seguir despertando cada día sabiendo que lo único que se ha logrado es evitar que se perpetúe el daño en un lugar y tiempo concretos, pero que el perro sigue mordiendo, en otras aulas, con otras gentes.

DIRECTOR: John Patrick Shanley
AÑO:2008