Hasta dónde le puede llevar a uno el remordimiento es algo insospechado. La culpa, la temible culpa, la que nos lleva a creernos el epicentro de una conjunción de factores que suponen un desenlace fatal. Un final que creemos pudimos ser capaces de cambiar, pero el descuido o la dejadez nos impidieron evitar.
Una carretera, una vida feliz con vistas al mar y una mujer que acaricia la vida. Una furgoneta, sentido contrario, las nuevas tecnologías, choque y adiós. Sangre, cuerpos tendidos en el asfalto, y la misma muerte con distintos ojos.
Siete vidas truncadas. Siete. Las mismas que el único superviviente, que desvió su mirada y su ruta, intentará recomponer de nuevo para perdonarse a sí mismo. Como si una vida de menos pudiera compensarse con alargar una vida algo más, o dotarla de los sentidos que carece.
Hígado, pulmones, médula, unos ojos, una casa donde empezar de nuevo. Se va despojando de todas sus pertenencias mientras se regala a otros en forma de porciones de sí mismo que ya poco le interesan. Hasta que llega el amor, pasión de los días que le lleva a pensar más en el otro, a hacer realidad pequeños detalles que le dibujen una sonrisa al corazón helado. Para, cuando llega el momento, regalar un latir que puede saber agridulce por el resto de sus días.
Original argumento... aunque peque de sensiblón en exceso en varios momentos, en los que unir causas y consecuencias, presente y pasado, resulta un ejercicio casi imposible y a menudo pastelón
DIRECTOR: Gabrielle Muccino
AÑO: 2008
Una carretera, una vida feliz con vistas al mar y una mujer que acaricia la vida. Una furgoneta, sentido contrario, las nuevas tecnologías, choque y adiós. Sangre, cuerpos tendidos en el asfalto, y la misma muerte con distintos ojos.
Siete vidas truncadas. Siete. Las mismas que el único superviviente, que desvió su mirada y su ruta, intentará recomponer de nuevo para perdonarse a sí mismo. Como si una vida de menos pudiera compensarse con alargar una vida algo más, o dotarla de los sentidos que carece.
Hígado, pulmones, médula, unos ojos, una casa donde empezar de nuevo. Se va despojando de todas sus pertenencias mientras se regala a otros en forma de porciones de sí mismo que ya poco le interesan. Hasta que llega el amor, pasión de los días que le lleva a pensar más en el otro, a hacer realidad pequeños detalles que le dibujen una sonrisa al corazón helado. Para, cuando llega el momento, regalar un latir que puede saber agridulce por el resto de sus días.
Original argumento... aunque peque de sensiblón en exceso en varios momentos, en los que unir causas y consecuencias, presente y pasado, resulta un ejercicio casi imposible y a menudo pastelón
DIRECTOR: Gabrielle Muccino
AÑO: 2008