sábado, 2 de agosto de 2008

UNO DE LOS NUESTROS (Goodfellas)

Cuando de pequeño alguien te pregunta sobre tus inquietudes al crecer espera casi siempre una respuesta tan inocente como inverosímil: astronauta, bombero, actor de escenas de riesgo, funambulista, cantante o pintor. Todas aquellas profesiones que, envueltas de un halo de misterio y seducción, quedan en el límite de lo socialmente correcto (o quizás mejor dicho, habitual).

No recuerdo a nadie replicando su necesidad de ser asesino a sueldo, ladrón de bancos, secuestrador de ancianitas o traficante de armas. No obstante, tras la cuestión se esconde el verdadero propósito del interrogatorio: el descubrirse en la vida como un ser convencional o un amante de la aventura, de la incertidumbre y el riesgo, un evasor constante de la monotonía de la vida adulta previamente conformada.

Ser gángster significa vivir al margen de la ley, ser dueño de los propios actos y poder actuar a las anchas en una atmosfera de reconocimiento teñido por el miedo y el respeto ajenos. Significa someterse a las reglas no escritas de fidelidad a una familia, de no cuestionarse el modus vivendi ni los objetivos marcados, de ser uno mismo bajo el tamiz de las necesidades del capo. Dinero, poder, adrenalina y pasiones que se mezclan con los manjares, el sexo, el alcohol y la droga en una vida rozando siempre el límite del abismo.

Tras toda esa aparente espontaneidad, unas reglas no escritas, de respeto, de grados de pertenencia que más tienen que ver con el origen de uno que con la lealtad que demuestre a la causa. Y del mismo modo que la familia se convierte en el mejor de los escudos cuando uno de los suyos se encuentra ante un apuro, puede también transformarse en el peor de sus enemigos si la tradición se ve traicionada, sin indulgencias.

Mas si en esa existencia de lujo y opulencia de repente uno se encuentra en una encrucijada, con la muerte pisando los talones en forma de deslealtad, es entonces cuando toda la estructura que construye el propio ego se ve desmoronada. Cuando aquellos que antaño tendían una mano para ayudarte a salir del hoyo ahora empiezan a cavar tu tumba, es entonces cuando uno pone en duda el significado de la fidelidad sin condiciones a una causa, de la amistad a ciegas, de la incuestionabilidad de unos actos. Y mira su ombligo, o quizás también de rebote el ombligo de su familia, y decide preferir la vida mundana a una muerte previamente anunciada.

Y es que en el anonimato de la rutina siempre nos queda el recuerdo, el sueño... la vida.

DIRECTOR: Martin Scorsese
AÑO: 1990

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