sábado, 13 de diciembre de 2008

LA OLA (Die Welle)

En la cabeza siguen resonando los ecos de la música estridente que acompaña la cinta... y te quedas aplastado en tu butaca de cine, con una mezcla de indignación y hastío, pensando hasta qué punto no podías ser tú uno más de todos ellos. Aunque les lleves ya 10 años. Aunque te creas mejor que nadie por saber dilucidar en ocasiones la manipulación ajena antes que el resto.

Y es que esto es más que una bandera y un grito al pensamiento. Supone una bofetada a todos nuestros valores, aquellos que tan sabiamente creemos indestructibles y nobles. Basta adornarlos con algún estandarte moderno y seguramente sería yo uno más de ellos, vistiendo camisa blanca y brindando el gesto para creer en algo, sentirse alguien en mitad de un caos de indiferencia y anonimato.

¿Quién no ha querido tener en su aula un profesor dinámico? Alguién que invite a pensar, que fomente la participación del resto, que sea creativo, que no aplique el sistema dictador de jerarquías y busque lo mejor de cada alumno, su potencial, y lo exprima hasta sacar lo mejor de sí mismo.

Todo parece un sinfín de buenos sentimientos. Exprimir la mente para que desgrane uno a uno los detalles de una dictadura, con el fin de mostrarla en su esplendor y poder así evitar repeticiones históricas y tragedias. Nada parece fuera de lo común, si evitamos pensar que siempre hay un débil, un inestable, un inseguro que hallará en las palabras un rincón donde agarrarse, donde encontrar un sentido a una vida ya de por sí vacía. En un mundo en el que se apuesta por lo virtual, a la vez soñamos de forma consciente o inconsciente tener algo seguro, un ideal, un sueño, algo que guíe los días y los coloree de un sentido.

Llegamos a creernos incluso la escena final, una apoteosis pseudohitleriana con un pequeño ejército de mentes manipulables que no dudarían en lanzar por la ventana a un compañero que no quiere ni pisar al mismo ritmo, ni vestir la misma ropa, ni hacer el mismo gesto que el resto. Se le ha ido la cabeza -te dices-, al final se ha creído su papel de líder y mira en lo que termina... y nada más alejado que el llevar hasta las últimas consecuencias el experimento. Aquello que creían sería irrepetible se ha desarrollado en una semana a pequeña escala.

Y el que se agarró a esa pequeña familia, a la sensación de ser parte de algo por primera vez, ve desmoronado su sueño... miedo, terror, vacío, y una pistola en la mano. Suficiente para sembrar el miedo, para destruirse

Y para dejar en nuestra retina el desenlace... tantas veces evocado en noticias de adolescentes que tirotean a compañeros en instintutos, o remedan secuestros quizás intentando ser por un día protagonistas de algo, pertenecientes a un mundo que a veces parece ajeno.

DIRECTOR: Dennis Gansel

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