domingo, 13 de julio de 2008

HEAT

Duelo de titanes y acciones... a veces sumergirse en una trama ajena ayuda a arrinconar momentáneamente la propia, inmerso en la velocidad del guión que sólo se detiene con el afán de recordarnos que en ocasiones es recomendable tomarse un respiro, saborear la vida a ritmo apacible.

En ocasiones vivir al límite otorga el significado propio de lo humano. Lejos de la adrenalina, el hombre busca rutinas que le aseguren un espacio donde la invulnerabilidad sea la regla, aunque ello signifique nadar en la trivialidad del hábito. La cara oculta que se maquilla tratando de asemejarse al resto cuando la sangre pide riesgo, peligro, hazañas.

Ser capaz, como diría el poeta, de vivir libre sin ataduras. "No admitas nada en tu vida que no puedas dejar en 30 segundos si la pasma te pisa los talones", y es que cuando uno no es capaz de verse a sí mismo de otra forma no hay vínculos, patrias, amigos, moradas ni amantes que determinen el devenir del siguiente paso. No hay lugar donde cobijarse, ni destino fijo. No existe el sueño del hombre que debería ser a ojos ajenos, y es que uno es del color de sus manos, y no del matiz que se dibuja en mentes ajenas.

Tal vez el final sea lo de menos cuando uno es únicamente aquello que persigue. No hay renuncias cuando uno necesita de la angustia para mantenerse alerta. No hay mentiras cuando se sostiene que uno no va a volver, cuando no existe billete de regreso y el destino es incierto, sea la vida o la muerte...

DIRECTOR: Michael Mann
AÑO: 1995

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