domingo, 18 de enero de 2009

LA CARTA (The letter)

No es la primera ocasión en la que podemos ver en el cine la expresión de la cara oculta de las personas. Una difusa línea en la que se divide el ser social que mostramos al resto, comedido y adecuado a la normal, y la persona que somos en toda su expresión. La cara oculta de la luna.

Con el trasfondo de un asesinato alegando defensa propia ante un supuesto acoso, la personalidad de Leslie se nos muestra a pequeñas dosis, como capas de cebolla, hasta llegar a lo más profundo y escondido de uno mismo. Tal vez lo más primitivo, o lo que menos se espera de alguien al que, externamente, ya le suponemos determinados movimientos.

Relación conyugal, confianza mútua, la imagen que nos formamos del que comparte con nosotros la vida como si no conocer hasta el último recodo de su ser fuera ya considerado un fracaso de convivencia. Aquellos por los que pondríamos la mano en el fuego, a los que suponemos tan previsibles como nuestra mente puede serlo, un día dan un vuelco a la monotonía con un gesto inesperado. Chocante.

Pelar las capas y descubrir que el cariño cubre sólo un amor pasional que desgarra por lo imposible. Celos, sensación de soledad, necesidad de poder que se transforma en posesión y parece destruir los propios cimientos cuando el objeto de deseo traza su propio camino. Amar hasta que la muerte los separe, sirviendo frío el plato de venganza.

Y cuando finalmente se descubre lo indecible parece que la integridad pasa a un segundo plano. Cómo diferenciar a la persona imaginada en el día a día de la que tiene cubiertas de sangre las manos. Cómo continuar creyéndose justo cuando la opción para salvarse es comprar las pruebas sabiendo que eso supone sólo un parche. Cómo mirar al futuro sabiendo que se ha cruzado esa línea, la de venderse a sí mismo, seas juez, defensor, marido o asesino.

DIRECTOR: William Wyler
AÑO: 1940

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