lunes, 29 de septiembre de 2008

DOS HOMBRES Y UN DESTINO (Butch Cassidy and the Sundance kid)

Había que darse un homenaje... y qué menos, con la reciente desaparición del sublime hombre de ojos azules que encandiló a medio mundo, que quiso avivar su imagen de actor en mayúsculas por encima del carisma de un rostro que deslumbró a mujeres y hombres sin distinción.

Tarde de domingo, cansancio tras las horas de verde y blanco interminables a pesar del disfrute de saberse creando lo que uno deseaba con sus propias manos. Músculos que ceden al descanso, pierden la tensión de las horas precedentes y se acomodan plácidamente al relieve del colchón bien orientado a la pantalla. Escoger, y cómo no, ya de paso el duelo de titanes, la compenetración más pura, la amistad hecha música.

Decidió morir alejado de las cámaras y el tumulto, rodeado quizás de la gente que más cercana ha estado de sus pasiones y sus sueños. Sin exclusivas ni últimos discursos bañados de condescendencia ni autocompasión. A solas consigo mismo, quizás como Butch huyendo hacia adelante sin tratar de eludir la huella marcada por el destino, pero tratando de ser consecuente con la propia historia, con la evidencia de lo que uno ha sido que traza en sinuoso rumbo al futuro.

No se puede vivir al pleno, sumergirse en la experiencia al margen de la ley, y pretender un final algodonado y desdibujado como un camino de rosas. No se puede vivir el presente y preocuparse por lo que nos deparará el futuro si un día ese afán del momento se trunca y ya no existe el disfrute máximo, la bicicleta que rueda haciendo piruetas esquivando piedras en el camino. El pensador y el brazo de palanca, compenetrados en guiños y conversaciones, en la pasión por una mujer que sigue sus pasos con la salvedad de no querer presenciar una muerte tan anunciada como inevitable.

Raindrops keep fallin' on my head
And just like the guy whose feet are too big for his bed
Nothin' seems to fit
Those raindrops are fallin' on my head, they keep fallin'

DIRECTOR: George Roy Hill
AÑO: 1969

sábado, 13 de septiembre de 2008

EL ÚLTIMO MOHICANO (The last of the Mohicans)

1757. Norte de América, Grandes Lagos (la actual Nueva Inglaterra, en Canadá). A orillas del río Hudson, la batalla entre ingleses y franceses por colonizar el territorio se halla en su máximo apogeo. Tras tres años de intensas luchas, ayudados por la población de las tribus nativas (Mohawks, Iroqueses, Hurones, Mohicanos...), los británicos hacen uso de sus últimas tropas en un intento agónico de defenderse del ejército franco que se acerca desde el sur.

Hawkeye (Ojo de Halcón) es el hijo blanco adoptivo de uno de los pocos mohicanos que aún sobrevive, Chingachgook. Vive junto con su hermano mohicano Uncas, cazando y alabando a la tierra en los valles de la zona.

La noción de patria simbolizada por la participación en la reyerta de los milicianos, se contrapone a la batalla por los propios deseos que encarna Hawkeye, lejos del deseo de pertenecer a una tierra por encima de todo, sino del verdadero sentido de las raíces, que se erigen en forma de manos, ojos y pieles que caminan junto a las propias.

DIRECTOR: Michael Mann
AÑO: 1992

HAIRSPRAY

Un repertorio espléndido, una pizca de transformismo, buenas voces y un guión divertido y moralmente correcto conforman de antemano una cinta taquillera. Si a ello le sumamos un buen sistema de difusión, excelentes críticas y la propia valoración de sus protagonistas, las colas están aseguradas.

Y así sucedió en los inicios, tras el estreno del film en los cines. Pese a las dificultades que presenta acercarse a la gran masa mediante el género musical, la perfecta aleación de sus ingredientes lograron dinamitar los prejuicios de los más puristas, por lo menos en la decisión de sentarse en la sala correspondiente, y dar rienda suelta a la imaginación.

Ácida e irónica por momentos, relata la vida de una adolescente que no cesará en su empeño por lograr alcanzar su anhelo de convertirse en la mejor bailarina de Baltimore. Pequeña y rechoncha, con alegría que desborda por cada poro de su ser y la determinación de ignorar cualquier juicio premeditado, nos llevará a apreciar el cambio progresivo de una sociedad conservadora que lentamente acepta la diferencia como un componente más del desafío que se le supone al vivir.

Argumento desenfadado para una de esas tardes grises en las que la mente no busca la reflexión más allá de la evidencia directa de la trama.

DIRECTOR: Adam Shackman
AÑO: 2007

miércoles, 3 de septiembre de 2008

COLLATERAL

El cansancio tras las guardias me lleva a veces a buscar en el cine la acción que mantenga mis párpados abiertos. Supone un punto intermedio entre mi incapacidad para el descanso completo y la actividad que quizás pediría mi espíritu, de surcar caminos y alcanzar cimas.

Recordaba vagamente imágenes de la semana del estreno. Pantalla grande, un taxi y objetivos concretos. Un día que empieza como cualquier otro y que de repente se tuerce hacia caminos insospechados y objetivos ajenos.

Duelo voraz entre dos personalidades anatagónicas. El asesino a sueldo escéptico, sin escrúpulos e implacable cuyo rostro no demuestra ni alegría ni tristeza, ni gozo ni miedo. Un taxista maníaco cuyo sueño vital se aleja a medida que van pasando los días sumido en los trayectos y conversaciones por las calles de neón.

Dos vidas que cambian porque el azar es un juez sin escrúpulos ni premeditaciones. Una cadena de asesinatos supone una sucesión de reflexiones que llevan al hombre meticuloso y honrado cuya vida se resume en jornadas interminables de paseos nocturnos a plantearse sus propias bases sin posibilidad de marcha atrás. Constituyen para el implacable homicida el regreso a su esencia más simple, aquello que se oculta bajo la aparente solemnidad de sus pasos: la soledad y el anonimato que impregnan cada ámbito de su vida, y que le hacen parecer un vivo entre los muertos, uno más de los muchos que duermen en el último vagón del tren.

"¿Te has visto? Tus bayetas, tu taxi limpo, tu compañia de limusinas... ¿Cuánto has ahorrado? Algún día, algún día mi sueño se hará realidad. Pero una noche te despertarás y verás que eso no es verdad. Que el sueño se ha vuelto contra ti. Nunca se hará realidad, y ya eres viejo. No se ha cumplido y jamás se cumplirá porqué nunca harás nada para que se cumpla. Lo enterrarás en la memoria y después te hundirás en tu sillón, y te quedarás hipnotizado delante del televisor el resto de tus dias. Así que no me hables a mí de crímenes. Dar una entrada, eso bastaría para tener un Lincoln. Ni siquiera eres capaz de llamar a esa chica. ¿Que coño haces conduciendo un taxi, Max?".

DIRECTOR: Michael Mann
AÑO: 2004