miércoles, 11 de febrero de 2009

SERPICO

Con qué buen sabor de boca se queda uno cuando deja pasar los créditos finales, escuchando parte de la banda sonora y se sabe ante una de esas películas que marcan historia, si bien quizás no en los anaqueles de la cinematografía sí en la propia lista de antologías personales.

Cuesta reconocer a un jovencísimo Al Pacino, más allá de sus personajes recientes a caballo entre la comedia y la trama forzada de gángsters sin demasiado aplomo. Me viene a la mente la particular tendencia personal a relacionar en esa época a Pacino con De Niro, y con parecidos razonables aunque no se puedan comparar historias con el apocalíptico taxista y el policia inquebrantable ante la corrupción ajena.

Sobria interpretación de un hombre que vive de acuerdo con sus creencias, que mantiene la idea original de un cuerpo de policía que lucha contra el delito sin partir del propio juego sucio. A pesar de saber, como muchos, que ser guardian de la verdad a menudo supone exponer la propia condena, el aislamiento en un mundo en que los sobornados viven ajenos a cualquier remordimiento, y aquellos que conocen hacen oídos sordos y cubren sus ojos con el siempre cómodo velo de la protección personal.

Seguramente los ejemplos son tan aislados, tan sorprendentes en nuestros días, que con su biografía se puede hacer homenaje sin caer en la simplonería, ni en el argumento sin fondo por ser habitual en exceso. Al final va a ser verdad, y aunque los que bebieron del pozo vieron en el cuerdo el único loco, la solución no va a ser beber también del mismo veneno para asimilarse al resto.

DIRECTOR: Sydney Lumet
AÑO: 1973

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